28/05/2015

Sancho de Alquiza


Marino, militar y gobernador de Venezuela, la Guayana y Cuba entre 1606 y 1619

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SANCHO ALQUIZA Y ESCUDO SU DE ARMAS

Sancho Alquiza era natural de Fuenterrabía, Guipúzcoa, donde nació en el siglo XVI.

Se dedicó durante mucho tiempo a la persecución de piratas y contrabandistas, actividad que le generó una gran fama en su tiempo. Sin embargo, su mayor reconocimiento lo obtuvo en 1606, tras descubrir el sistema de contrabando producido por ingleses y holandeses en la costa de la América española. Debido a su aviso a la Corona española del contrabando descubierto, el Consejo de Castilla lo nombró capitán de galeones, confiándole una nave.

Además, el Consejo de Indias decidió proponerlo al rey como gobernador de la Provincia de Venezuela, comenzando su mandado en dicho territorio desde 1606.

Considerado un gobernante "duro", encarceló a gente que no pagaba sus impuestos y que estaba vinculada al contrabando, incluyendo a gente de clase alta. El encarcelamiento, sin embargo, se cumplía en la casa del gobernador, ya que la cárcel en estos momentos, en realidad, aún no existía. También cobró enormes tributos a los encomenderos que no habían confirmado sus títulos de propiedad.

Por otra parte, el 20 de julio de 1606, tras hacer ahorcar a una persona que comerció con piratas, pidió al rey que este perdonara a todas las personas que habían ejercido dicho comercio, ya que, según él, si no les tendía su perdón, toda la población residente en Caracas podía abandonar la ciudad. Sin embargo, su política, que aumentaba el dinero a pagar en tributos por parte de la clase baja, ya estaba provocando una notable emigración desde la ciudad. El perdón se concedió en 1607.

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BARCO MERCANTE DEL SIGLO XVII

Alquiza también creó un impuesto para negros y mestizos. En 1611, terminó su gobierno en la provincia de Venezuela y abandonó Caracas.

En 1615, el Consejo de Indias lo envió a Guayana y a la isla de Trinidad, provincias que en estos momentos pertenecían aún a España, para ejercer una inspección en las mismas, debido al conocimiento de una denuncia. Sin embargo, el culpable era una persona de influencia, lo que provocó que la sentencia dictada por el Consejo no se diera a conocer, por lo que el culpable mantuvo su puesto y consiguió que Sancho de Alquiza fuera enviado al gobierno de Cuba.

Como gobernador de Cuba, impulsó notablemente la industria agrícola. Así, fundó una hacienda en la parte occidental de La Habana, la hacienda Alquiza. Introdujo el cultivo del café en Cuba y promovió el desarrollo de la caña de azúcar y de la importación de esclavos.

Murió el 6 de junio de 1619, dando fin a su mandato en ese archipiélago y siendo sustituido por el interino Jerónimo de Quero.

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VILLA ALQUIZAR

25/05/2015

Versiones de la Canción de Roldán


La obra literaria más antigua escrita en francés, entonces llamado lengua d'oil, es la Chanson de Roland (Canción de Roldán). Entre las versiones castellanas hay una del escritor Benjamín Jarnés, y otra en verso del humanista Luis Cortés Vázquez. Es un poema épico que narra la muerte del protagonista y sus compañeros, víctimas de una emboscada al pasar por Roncesvalles. Es una continua exaltación del sacrificio de la vida en aras de la fidelidad y el deber. Llega a la cumbre de la expresividad cuando Rodan hace resonar su cuerno para llamar en su ayuda a Carlomagno, de cuyo ejército formaba parte.

Incurre en el error histórico de atribuir el ataque a los sarracenos, cuando en la realidad fue obra de las gentes del país. Pero esa falta es explicable teniendo en cuenta que en el ciclo épico carolingio que inicia, el emperador aparece como un cruzado empeñado en liberar España de los musulmanes. Y también como el liberador e incluso creador del Camino de Santiago. Así lo relata el cantar:
"Recostado bajo un pino está el conde Roldán, vuelto hacia España su rostro. Muchas cosas le vienen a la memoria. Mas no quiere echarse a sí mismo en olvido; golpea su pecho e invoca la gracia de Dios. A Dios ha ofrecido su guante derecho: en su mano lo ha recibido, ha llegado a su fin. Dios le envía su ángel Querubín y San Miguel del Peligro, y con ellos está San Gabriel. Al paraíso se remontan llevado el alma del conde. Ha muerto Roldán; Dios ha recibido su alma en los cielos. El emperador llega a Roncesvalles. No hay ruta ni sendero, ni un palmo ni un pie de terreno libre donde no yazca un franco o un infiel."
BATALLA DE RONCESVALLES

Esta materia épica fue desarrollada en un extenso poema en latín, obra de un autor desconocido, la Historia de Carlomagno y de Roldán. Materialmente es una parte del Códice Calixtino. Su originalidad consiste en relacionarse con el Camino a los héroes de otros cantares de gesta franceses, entre ellos el mismo Rolando.

Escribió Bédier en su libro clásico sobre Las leyendas épicas las siguiente declaración:
"Una bella idea juntarlos en las Landas de Burdeos desde los cuatro ángulos del horizonte poético y encaminarlas hacia la tumba apostólica de Galicia, repartiendo sus reliquias por el camino, para que como peregrino ya triunfantes protegieran a la iglesia todavía militarnte."

El autor anónimo atribuye el poema al arzobispo Turpín, uno de los compañeros de Roldán, suponiendo que no murió en Roncesvalles, sino que estaba convaleciendo de sus heridas. La autoría verdadera se ha discutido mucho, desde el siglo XVI, y también la relación de este texto con los demás del Calixtino. Lo evidente es que surgió a consecuencia de la peregrinación y a su servicio. Una de las leyendas que incluye es que los fresnos que hay en las márgenes del Cea, cerca de Sahagún, eran las lanzas que retoñaban la víspera de la batalla, señalando a los que habían de morir.

BATALLA DE RONCESVALLES

La entrada en España es otro poema, muy extenso, de caso dieciséis mil versos, escrito en Padua en la primera mitad del siglo XIV, en una mezcla de francés e italiano. Relata cinco años de fantásticos combates del ejército carolingio en la península Ibérica.

Guy de Borgoña presenta a Carlomagno disfrazado de peregrino, para entrar de espía en una ciudad enemiga. Al final se le aparece un ángel, emprende de veras la peregrinación con sus caballeros, y en Santiago reza y hace su ofrenda.

Aseïs de Cartago se escribió el año 1200. Supone al protagonista coronado rey de España por Carlomagno. Acosado por los musulmanes, el emperador le reconquista el país. El autor conoce también el Camino que Bédier dijo que le parecía una guía. Por una ciudad, Luiserne, ya en Galicia, in villa Viridi, no es real. Carlomagno sólo pudo entrar en ella cuando el apóstol derribó milagrosamente sus murallas. Desde entonces quedó despoblada, convirtiéndose en un estanque de aguas muy oscuras con peces negros. Por eso se ha identificado con el lago de Carracedo, y la ciudad con la Valverde de Lucerna sumergida en el lago de Sanabria, que sólo pueden ver quienes a sus bordes estén en gracia la noche de San Juan. El poema recoge la tradición del conde don Julián, que abrió el estrecho de Gibraltar a los moros para invadir España, en venganza por la deshonra de su hija, la Cava, por el rey Rodrigo.

De la Canción de Agolant sólo ha perdurado un fragmento. Es de fines del siglo XII o principios del XIII. Se desarrolla antes de la batalla de Roncesvalles, y debió ser uno de los cantares que hacían de prólogo a la Chanson de Roland.

Hacia 1350, en el mismo idioma de La entrada de España, Nicolás de Verona escribió La toma de Pamplona. El argumento es mucho más extenso que el título, pues la ciudad navarra aparece sólo al principio. Nada más tomarla, Carlomagno se propone liberar todo el Camino, terminando con la conquista de Astorga, que estaba defendida por un rey pagano, Estourgant. Sahagún, Mansilla y León se rindieron al ver la benevolencia de Carlomagno con Carrión.

BATALLA DE RONCESVALLES

En España, el Poema de Fernán González supone que un conde lombardo peregrina a Santiago y facilita la fuga del héroe, a quien el rey de León tenía preso. Otra versión atribuye a la esposa del protagonista, que estando de visita cambió su ropa por la del marido. Un episodio de la leyenda del Cid, supuesto peregrino a Santiago con veinte caballeros, cuenta que un leproso le pidió limosna en un tremedal. Por la noche durmieron juntos. El Cid se despertó al sentir un soplo a sus espaldas, y no al leproso sino a san Lázaro y vestido de blanco.

No es de extrañar el abrumador predominio de la literatura francesa en este capítulo de la historia de Navarra, pues durante esta etapa, la épica española era muy pobre comparada con la del país vecino en pleno Renacimiento Carolingio. Aunque por su parsimonia imaginativa haya tratado de hacer la competencia a la historia, en detrimento de la realidad de ésta, si bien ello sólo ha sido posible con la complicidad de los historiadores.

22/05/2015

Juan de Acurio y Berriz


Marino contramaestre de la nao Victoria con la que dio la primera vuelta al mundo junto a Elcano en la expedición a las Molucas en 1519

JUAN DE ACURIO Y BERRIZ

Juan de Acurio y Berriz era natural de Bermeo, donde nació en 1493.

En 1519, se embarcó en la Expedición a las islas de las Especias liderada por Fernando de Magallanes. El objetivo de este proyecto era establecer una ruta alternativa a la ya establecida por la corona portuguesa, en dirección oeste buscando un estrecho marítimo en América que permitiera pasar al mar del Sur, el mismo que la expedición de Vasco Núñez de Balboa llamó también Pacífico, hasta llegar a las islas de la Especiería. La importación a Europa de estas especias asiáticas generaría una enorme riqueza.

El cargo de Acurio en esta Flota de las Molucas sería el de contramaestre de la nao Concepción, su capitán era Gaspar de Quesada y su maestre Juan Sebastián Elcano. Otros muchos marinos vascos le acompañaron en la expedición, alrededor de 30. En la nao Concepción viajarían junto a él, además de Juan Sebastián de Elcano, el calafate de Bermeo Antonio de Basozabal, el carpintero de Deva Domingo Icaza, los grumetes de Bermeo Juan Aguirre y Martín de Iraurraga, el marinero de Soravilla Lorenzo de Iruña, el grumete de Pamplona Joan Navarro, el grumete de la merindad de Marquina Pedro de Muguertegui, y el paje de Bermeo Pedro de Chindurza.

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JUAN DE ACURIO Y BERRIZ EN PLACA CONMEMORATIVA

La travesía fue una fantástica novela de aventuras hecha realidad y épica. Las naos fueron desapareciendo una a una, Magallanes fue asesinado por indígenas en Mactan y la nao Concepción fue quemada en la isla Cebú en 1521.

Acurio pasó a ser contramaestre de la nao Victoria, la única nao superviviente, con Elcano de capitán, prosiguiendo el camino desde las islas Molucas pero en dirección oeste. La Victoria cruzó el océano Índico por una ruta lo más meridional posible, pasando un calvario de hambre, sed y enfermedades, hasta las costas de Mozambique, y el 19 de mayo de 1522, doblaron el cabo de Buena Esperanza. Tras subir por el océano Atlántico, paralelo a África occidental, y tras increíbles penalidades, la nao arribó al puerto gaditano de Sanlúcar de Barrameda, el 6 de septiembre de 1522.

Lo que quedaba de expedición al mando de Magallanes y terminada por Elcano llegó con sólo 18 supervivientes, exhaustos, hambrientos y enfermos, a bordo de la nave Victoria, la única de las cinco iniciales que partieron tres años y catorce días antes, tras navegar 14.000 leguas, y completar la primera vuelta al Mundo.

Llegaron 18 supervivientes de los cuales 13 eran españoles, y de estos 4 eran vascos: Juan Sebastián de Elcano, de Getaria, capitán; Juan de Acurio, de Bermeo, piloto; Juan de Arratia, de Bilbao, grumete; y Juan de Zubileta, de Baracaldo, paje; un guipuzcoano y tres vizcaínos.

Bermeo siempre contarán con la proeza y la gloria de Juan de Acurio y Berriz, contramaestre de la primera vuelta al mundo.

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LA ODISEA DE ACURIO, POR MAIRIN MITCHELL

En 1958, la periodista y escritora Mairin Mitchell publicó la novela La odisea de Acurio con el navegante bermeotarra, contramaestre de Elcano, como protagonista. Con motivo de la conmemoración del 500 aniversario de la primera vuelta al mundo en 2019-2022, el Museo de la Pesca de Bermeo dedicó la exposición Acurio y Elcano. 500 años después.

19/05/2015

Castillo de Santa Isabel en Pasajes


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CASTILLO DE SANTA ISABEL

El Castillo de Santa Isabel está situado en Pasajes de San Juan. Esta fortaleza militar fue hecha construir por orden del emperador Carlos V para proteger el puerto marítimo de los posibles ataques de navíos de guerra extranjeros o de piratas que se movían en las proximidades de este pueblo. También fue quien ordenó la construcción de la Torre de San Pedro.

En 1598, el ingeniero Tiburcio Spanocchi propuso su ampliación, pero hasta 1620 Julio de Oviedo y el capitán Francisco Lupecio no redactaron el primer proyecto de fortificación, localizando el castillo en las inmediaciones de un viejo molino (Txurrutella-errota). La falta de medios económicos impidió que la fortificación fuera terminada, llegándose a realizar en esta primera fase únicamente la base de la plataforma de artillería.

Las obras fueron paralizadas nuevamente en 1633 a causa de los desacuerdos surgidos entre los ingenieros Jerónimo de Soto y Pedro Palear "Fratín".

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PLANO DEL CASTILLO

En 1638, esta fortaleza, casi inexpugnable por mar, no era capaz de defenderse del más ligero ataque por tierra. Así, en 1638, durante la Guerra de Francia de 1635, las tropas francesas del príncipe Conde descendieron desde el monte Jaizkibel y lo conquistaron con cierta facilidad. De nuevo, en 1719, durante la Guerra de la Cuádruple Alianza, el inconcluso castillo fue tomado por las tropas francesas, que realizaron en él algunas modificaciones de importancia.

Dejó de prestar servicio en 1867, aunque fue utilizado esporádicamente en años posteriores. La plataforma artillera, principal elemento del castillo, fue destruida por los trabajos emprendidos en la primera mitad del siglo XX para mejorar el canal de entrada al puerto, privando al fuerte de su principal elemento.

Los restos bien conservados del antiguo castillo se levantan recortados contra la montaña y hundiendo sus cimientos en ella. Ha perdido su aspecto de fortaleza y hoy se reduce a unos sólidos muros, de sillar de arenisca, de unos dos metros de anchura, y a algún torreón aislado. Estos muros son completamente ciegos, y en algunas partes alcanzan gran altura.

CASTILLO DE SANTA ISABEL

El frente marino estaba formado por un grueso muro quebrado de seis tramos dotados de desigual longitud y orientación que sostenía el terraplén de la plataforma principal. En el sector de parapeto que miraba directamente hacia la embocadura del canal del puerto se abrían cuatro cañoneras y, bajo ellas, otras tres más se abrían en otras tantas casamatas subterráneas. Una garita de vigilancia quedaba inserta en la confluencia de dos lienzos de muralla. La artillería apuntaba hacia la entrada del puerto, amenazando a los invasores que se atrevieran a traspasar el límite, pero no podían proteger a los buques que querían refugiarse en él.

El frente de tierra estaba formado por una elevada muralla, sobre la que podía permanecer la tropa a cubierto de un débil parapeto. La misma estaba constituida por nueve cortos lienzos de distinta orientación que entre sus requiebros permitían el acomodo de un pequeño edificio (alojamiento del capellán y, más tarde, cuartel de artillería). Al abrigo del mismo muro, pero partiendo de menor altura, se encontraba un edificio de mayores dimensiones, planta rectangular y cuatro pisos de altura que sirvió de cuartel.

CASTILLO DE SANTA ISABEL

14/05/2015

Blas de Lezo, el almirante patapalo. ¡Anka Motz!, por Orlando Name Bayona


BLAS DE LEZO, EL ALMIRANTE PATAPALO, POR NAME BAYONA

Blas de Lezo, el almirante patapalo. ¡Anka Motz!
Orlando Esteban Name Bayona, Editorial La oveja negra, (2011), 304 páginas

Durante el reinado de Felipe V, Blas de Lezo y Olavarrieta, el almirante Patapalo, defendió a Cartagena de Indias, la puerta del Imperio en Tierra Firme, del codicioso envite inglés, derrotando a la Royal Navy, la más poderosa armada de aquel tiempo. Al mando del vicealmirante Edward Vernon, los ingleses atacaron con 186 barcos y 24.000 hombres. Patapalo, comandante del apostadero, y el virrey Eslava, contaban con 6 barcos de guerra, 3000 hombres atrincherados en murallas fortificadas, baterías y castillos armados, alguno de los cuales parecían construidos en medio del mar. Tras una férrea resistencia, los españoles causaron un considerable número de bajas en el bando enemigo.

Del duro revés, Inglaterra no se repuso en más de medio siglo, lo que influyó pocos años después, en la emancipación de sus colonias en América. La gesta naval, sin precedentes, tuvo tal magnitud que el despliegue de fuerzas sólo fue superado hasta el desembarco de Normandía. El rey inglés ordenó destruir toda prueba del estruendoso fracaso en el intento de borrar de la memoria el aciago ataque.

Así recrea el escritor Orlando Name Bayona la valiente vida y amores del héroe Blas de Lezo y de la misma manera nos ambienta con este bello y exhaustivo paso por el tiempo.

10/05/2015

Jorge Gil de Baracaldo


Capitán de lanceros durante la batalla de Seminara a principios del siglo XVI, y capitán de la guardia personal del cardenal Cisneros

Jorge Gil Baracaldo capitán
JORGE GIL DE BARACALDO

Jorge Gil de Baracaldo era natural de Baracaldo, Vizcaya, donde nació en el último tercio del siglo XV. Era hermano o pariente del explorador Antonio Ortuño de Baracaldo, que acompañó al navegante Núñez de Balboa cuando éste descubrió el Océano Pacífico en 1513.

El caballero vizcaíno Gil de Baracaldo fue un gran batallador y, como tal, aparece por primera vez en la historia de España por hallarse presente en la gran batalla de Seminara durante las Guerras de Italia entre España y Francia, al mando de un cuerpo militar de cien lanceros y a las órdenes del Gran Capitán, Gonzalo Fernández de Córdoba.

Grande y meritoria debió ser su valía militar cuando el cardenal Cisneros hacia 1509, durante la regencia, le nombró capitán de su guardia personal y después se le encomendó el servicio de ir a Inglaterra para negociar la boda de la infanta Catalina con el príncipe de Gales.

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JORGE GIL DE BARACALDO

Cuentan algunos biógrafos que Jorge se mostró siempre íntegro con los flamencos hasta que, en cierta ocasión, fue enviado en comisión de servicio a Bruselas, y allí cambió su personalidad, trocando su desinterés en codicia. Las cosas de palacio le parecieron muy íntimas y quiso encumbrarse, pero estas pretensiones nunca llegaron a hacerse realidad truncando sus aspiraciones.

Jorge de Baracaldo no fue admitido por cierto sector de "trepadores" y recibió toda clase de calumnias de sus enemigos. Entre ellas circulaba la de haber sido el envenenador del cardenal Cisneros, delito que nunca se pudo comprobar. Su lealtad y confianza le obligaron a estar fielmente junto al lecho de muerte del cardenal. Cuando acaeció el fallecimiento, se encontraban sus secretarios: el obispo de Ávila, fray Francisco Ruiz, y Jorge de Baracaldo, únicas personas leales que le quedaban al ilustre cardenal.

07/05/2015

Canción de Roldán narrada por Carlomagno


En torno al año 778, me encontraba yo, Carlomagno, aguardando la sumisión de Zaragoza, con lo que no fue para mí una sorpresa recibir en mis dependencias a emisarios del rey zaragozano Marsil, que portaban consigo un mensaje de paz. Como respuesta, consagré a Ganelón la tarea de llegarse hasta Zaragoza para que aceptara la propuesta de Marsil, y habiendo logrado nuestro objetivo, decidí que mi ejército y yo mismo podíamos retornar a Francia.

Así dispuse que mi fiel Roldán ostentara el estandarte que le acreditaba como jefe de la retaguardia mientras emprendíamos el regreso a nuestro añorado hogar.

Todo estaba en orden, hasta que un día mientras jugaba una partida al ajedrez, escuché el escalofriante sonido del olifante de mi querido Roldán. Me quedé paralizado pues supe al instante que algo horrible debía estar pasando, pero Ganelón me intentó disuadir haciéndome creer que nuestro osado Roldán estaría dedicándoe a otros menesteres, como la caza, y que seguramente no necesitaría ayuda.

Las palabras de Ganelón no me tranquilizaron, y una fuerza en mi interior me llevó hacia el lugar donde debían encontrarse los caballeros de mi ejército. Al llegar al desfiladero de Roncesvalles, comprendí cuál había sido la causa de mi tormento, y allí encontré la tierra rociada con la sangre de mis pares, desolada y sembrada con sus cuerpos.

No podía entender lo que había ocurrido, pero una súbita sonrisa llena de malicia en el rostro de Ganelón me indicó que sin lugar a dudas, él estaba al tanto de cuanto allí había acaecido. Aquel detestable ser que quería ver muerto a su propio hijastro Roldán, había conspirado contra mí y se había aliado con Marsil.

Juré que devolvería diente por diente y consagré toda mi energía a perseguir al ejército zaragozano hasta que logré destruirlo y Zaragoza cayó rendida a mis pies. En cuanto al despreciable Ganelón, sólo puedo decir que recibió lo que merecía y tras un justo juicio fue descuartizado en Aix.

Así fue cómo logré vengar la memoria de mi ejército.

Y la historia quiso que todos estos eventos quedaran plasmados en la memoria popular; así se recuerdan en uno de los poemas épicos medievales más conocidos: La Chançon de Roland.

La batalla es prodigiosa y dura. Roland hiere sin descanso, y con él Olivier. El arzobispo dio ya más de mil golpes y no le van en zaga los doce pares, ni los franceses que juntos atacan. Por centenas y miles mueren los paganos. Quien no se da a la fuga, no hallará luego escapatoria: quiéralo o no, dejará allí su vida.

Los francos van perdiendo sus mejores puntales. No volverán a ver a sus padres y parientes, ni a Carlomagno que los espera en los desfiladeros.

En el país franco se levanta una extraña tormenta, una tempestad cargada de truenos y de viento, de lluvia y granizo, desmesuradamente. Caen los rayos uno tras otro, en rápida sucesión, y se estremece la tierra. Desde San Miguel del Peligro hasta los Santos de Colonia, desde Besançon hasta el puerto de Wissant, no hay una casa que no tenga las paredes resquebrajadas. Espesas tinieblas sobrevienen en pleno mediodía; ninguna claridad, salvo cuando se raja el cielo. A todo el que lo ve, invade el espanto.

Algunos dicen: ¡Esto es la consumación de los tiempos, ha llegado el fin del mundo!

Pero ellos nada saben, no son ciertas sus palabras: es un inmenso duelo por la muerte de Roland.

MONOLITO A ROLDÁN

06/05/2015

Tomás de Larraspuru y Churruca


Consejero real de Guerra y capitán general de la Carrera de Indias durante el reinado de Felipe III, armador y administrador de encomiendas

TOMÁS DE LARRASPURU

Tomás de Larraspuru y Churruca era natural de Azcoitia, Guipúzcoa, donde nació en 1580.

En 1598, comenzó a servir de soldado en el estado de Milán. Su carrera marítima comenzó, en 1602, de sargento y alférez de la gente de mar, cargos que desempeñó en los diversos viajes a Indias.

En 1603, embarcó en el navío Delfín formando parte de la Armada de Luis de Silva. En ella luchó contra seis navíos ingleses y holandeses, abordando y rindiendo a la capitana enemiga, pero recibiendo una grave herida. Ocurrió lo mismo en 1605, cerca de la isla Dominica.

En 1607, se le nombró capitán de Galeones, en cuyo cargo demostró como en todos los actos de su carrera una extraordinaria pericia. Su cometido, con base en La habana, consistía en limpiar aquellas aguas de piratas y corsarios.

En 1608, ejerció de almirante de la Armada Real que se envió al Virreinato de la Nueva España, y en 1610 se encontraba a Larache.

En 1611, se desplazó a La Habana "a acabar el galeón de quedó allí comenzado de los de la Armara de Barlovento".

En 1613, fue nombrado almirante de la Flota de Nueva España.

En 1615, fue ascendido a almirante de la Armada de la Guarda de la Carrera de Indias, llevando a sus órdenes una armada que tuvo victoriosos encuentros con los enemigos de España.

La elección en 1621, para capitana de la Armada de la Carrera de un galeón proyectado por él, motivó la satisfacción del Consejo de Indias, organismo que no dudaba que el bajel atesoraría las suficientes garantías al ser fabricado por Larraspuru. Perfecta simbiosis de militar y armador, fabricó sus unidades en La Habana y Guipúzcoa. Un mínimo de tres de sus bajeles fueron utilizados para transportar plata formando parte de la Flota mercante de la Carrera de Indias aquellos años.

En 1623, fue nombrado general de la Armada de la Carrera de Indias, siguiendo durante varios años el desempeño de esta misión, prestando eminentes servicios. Destacó en la conducción del tesoro procedente de la feria de Portobello, que importaba 25 millones de pesos.

En 1628, hizo un brillante desembarco para la liberación el puerto de Salé (La Mamora) del cerco que le tenían puesto los berberiscos. Sitió aquel puerto por tierra y mar, se apoderó del mismo y tomó como botín ocho cañones y un barco de los enemigos.

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ARMADA DE LA GUARDA DE LA CARRERA DE INDIAS Y TOMÁS DE LARRASPURU

Al final de su carrera, Tomás de Larraspuru cruzó el océano Atlántico en siete ocasiones al mando de la Armada de la Carrera de Indias. Por este y otros importantes servicios el rey Felipe IV dijo de este general "que no tenía otro hombre como él para su servicio". Por sus continuos éxitos marítimos fue apellidado "hombre de buena estrella".

Dirigió en la Habana la construcción de excelentes galeones y desempeñó elevados cargos este ilustre almirante resultando por sus dotes de valor y pericia una de las más grandes figuras marítimas de Guipúzcoa.

Fue uno de los personajes más extraordinarios de la historia naval española. A su pericia náutica y militar hay que sumar sus conocimientos en construcción de buques. Fue sin duda uno de los más cualificados arquitectos navales de la Europa del siglo XVII.

Un eximio escritor forma el siguiente juicio del célebre general:
"Larraspuru, favorito de la fortuna, marinero constructor piloto, ascendido por mérito excelente desde soldado a Capitán General de la armada del mar Océano, primera de España, portadora del estandarte real, a cuya vista todos los otros se abatían. Señaló la insignia de Calatrava en su pecho que el aplauso de las derrotas con que una y otra vez condujo a España caudales del Perú, pasando con pocas naves entre ochenta que en ocasiones le buscaban."

Aunque la mentalidad mercantilista de los vascongados la España del siglo XVII quedase patente con su protagonismo en cada una actividades económicas que enlazaban los virreinatos americanos con la España peninsular, también existía una fidelidad e identificación con el proyecto de dominio mundial. Esta mentalidad quedó de manifiesto en uno de los personajes más extraordinarios de la historia naval española, Tomás de Larraspuru, quien escribía en 1627 a su rey, después de atracar en Sanlúcar, de vuelta con treinta y cinco naves:
"Los tesoros del mundo deseo ver a los pies de Vuestra Majestad para mayor grandeza suya y aumento de la Fe Católica y ser instrumento para muchos efectos del servicio de Vuestra Majestad."

En 1632, el general Larraspuru, respondía mediante carta al consejero real de la Armada de la Guarda de la Carrera de Indias, Fernando Ruiz de Contreras, que lo requerían para dirigir todas las operaciones:
"Acabo de recibir la carta de v.m. en que me representa la voluntad de su Majestad no se admita la excusa de la falta de salud que di con el ultimo correo y que luego parta al ejercicio de mi cargo. Lo que puedo decir a v.m. es que los achaques se han agravado de modo que me hallo hoy con tercianas dobles y que cuarenta y un días ha que llegué aquí guardo cama y en esta ocasión si con dinero pudiera comprar la salud lo hiciera para obedecer con el amor y veras que debe como lo he hecho por el pasado cuando lo he podido."

A pesar de su deseo de servir en la Armada de su majestad moría en su casa natal de Azcoitia por cuestiones de salud.

TOMÁS DE LARRASPURU

03/05/2015

Influencia de la Reforma gregoriana en la Iglesia navarra


En el último tercio del siglo XI, la Santa Sede se hizo presente en la vida ordinaria de la Iglesia en España, a la que consideraba un todo común, a pesar de estar repartida entre reinos diferentes. Los Papas pretendieron hacer fluidas sus relaciones con los reinos hispánicos y lograr que su autoridad se extendiera de forma ordinaria. Para ello desde 1064, enviaron legados que les representaban y tenían autoridad en toda la Península.

La influencia del Papado se dejó sentir en cuatro aspectos importantes de la vida religiosa:

1. La unificación de la litúrgica de los reinos hispánicos con el resto de la Iglesia occidental

Se logró mediante el cambio de rito mozárabe por el rito romano, iniciado en Aragón en 1071 y continuando luego en Navarra (1076) y Castilla (1078).


2. Renovación de los cuadros dirigentes de la Iglesia peninsular

Supuso el abandono del sistema de obispos-abades de las diócesis y monasterios más importantes de los reinos cristianos peninsulares.

En el Reino de Navarra-Aragón esta tarea la llevó a cabo el aba Frotardo de Thomieres, legado papal desde 1083, que comenzó designando a los franceses Pedro de Andouque en el obispado de Pamplona y Raimundo en la silla abacial de Leire, para más tarde nombrar al obispo de Jaca (1086) y al de Roda (1094). Durante el reinado de Alfonso I el Batallador siguieron produciéndose los nombramientos de franceses para todas las diócesis de su reino: Roda (1104), Pamplona (1115), las recién reconquistadas Zaragoza y Tarazona (1118-1119).

Los nombramientos estuvieron acompañados del reforzamiento de los cabildos catedralicios mediante la implantación de la regla de San Agustín.

ABADÍA DE CLUNY

3. La implantación de la regla benedictina en grandes monasterios.

Siguiendo el modelo de Cluny, afectó a todos los reinos cristianos peninsulares, aunque las soluciones empleadas variaron según los monasterios. Por ejemplo, los monasterios de Nájera y Carrión, en Castilla, fueron incorporados a Cluny.

En cambio, en Sahagún se implantó la observancia de Cluny y se nombró abades franceses (Roberto en 1079 y Bernardo en 1080), pero sin que la abadía leonesa fuera integrada dentro del patrimonio de Cluny.

En Aragón y Navarra ocurrió algo similar: se nombraron nuevos abades en Leire (Raimundo, 1083) e Irache (Arnaldo, 1099), pero ambos monasterios no se vincularon a Cluny.


4. La donación de numerosas iglesias y bienes a monasterios franceses dentro de los reinos de Aragón y Pamplona.

En tierras navarras fueron beneficiosas de estas donaciones San Saturnino de Toulouse, Santa Fe de Conques, San Ponce de Thomieres, San Martin de Seez o el monasterio de la Selva Mayor de Burdeos.

Con independencia de las medidas concretas y las diferentes soluciones que se aplican en cada sitio y en cada momento, lo cierto es que la Iglesia navarra siguió las mismas pautas que la aragonesa, impulsadas por la política de sus comunes soberanos, y que no diferían sustancialmente de las que se aplicaron en Castilla. Las cuestiones planteadas eran comunes, como también era común el sustrato de todas las iglesias locales de la España cristiana y, consecuentemente, también las decisiones fueron similares.

PAPA GREGORIO VII