25/06/2015

Francisco de Urdiñola y Larrumbide


Conquistador, gobernador, comerciante y capitán general de Nueva Vizcaya del virreinato Nueva España a finales del siglo XVI y principios del XVII. Fue uno de los mineros más ricos de Nueva Vizcaya y de Nueva Galicia.

Poseedor y explotador de minas en Bonanza, en Mazapil, en Ramos y en el Río Grande de las Nieves, donde tenía ingenios para fundir y refinar el metal. Agricultor, vinicultor (construyó la primera bodega comercial de vino de América en Parras), propietario de uno de los latifundios más grandes de la tierra (sólo en Coahuila 30.000 km2 con 66 poblados), fue también uno de los ganaderos más importantes de Nueva España (México). Para aprovechar la lana de sus incontables ovejas, tenía en Patos fábricas de paños, bayetas y de sombreros de lana que proporcionaban propios rebaños de ovejas. Y también tuvo industria de transporte, pues en varios documentos se mencionan sus jefes arrieros.

FRANCISCO DE URDIÑOLA

Francisco de Urdiñola y Larrumbide nació en Oyarzun, Guipúzcoa, en 1552, en la casa torre de los Urdiñola frente a la iglesia, hoy llamada Landetxe. Sus padres fueron Juanes de Urdiñola e Isabel de Larrumbide Echenagucia y Ugarte, familia pobre pero hidalga. Su arribo a la Nueva España y, especialmente, a los territorios de Nueva Galicia y Nueva Vizcaya se efectuó en 1572.

Llegó a México hacia 1572, probablemente a Zacatecas, donde había muchos vascos, puesto que Francisco de Ibarra se rodeaba de ellos. Coincidió su llegada más o menos con la muerte de Ibarra y tuvo incluso más mérito que él, puesto que fue el definitivo conquistador del Nuevo Reino de Vizcaya, o mejor dicho el pacificador, puesto que este último prefería una mala paz a una buena guerra.

En 1579, fue herido por los indios en Nueva Vizcaya en un asalto a las minas de Indé. En 1580, luchó y pacificó la comarca del Saltillo con el capitán Diego de Aguirre. En 1581, socorrió con el capitán Alonso López de Loys a los mineros de Mazapil y por su ánimo y diligencia fue nombrado caudillo: soldado más valeroso y distinguido. Ese mismo año, prendió a los jefes indios Martín y Francisco el tuerto a su costa y misión, y el general Rodrigo del Río Losa le nombró capitán de Mazapil.

En 1582, atrapó al jefe chanala Machoquía, al jefe guachichili y a otros tres jefes que asaltaban a los mineros. Vigiló los caminos asegurando el comercio en beneficio de las minas. El mismo año, luchando contra los guachichiles prendió entre otros a la madre, mujer e hijos del capitán Melchor, indio muy ladino criado entre cristianos. Para conseguir la paz, trató bien a los presos y dio libertad a muchos, entre ellos a la madre de Melchor. Este le citó en la sierra y le dijo que fuera solamente con dos soldados. Allí el jefe rodeado de muchos indios le hizo subir sin arcabuz y al ver que lo hacía lo abrazó y Urdiñola consiguió su asentamiento en las minas de Mazapil.

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URDIÑOLA EN EL VIRREINATO DE LA MUEVA ESPAÑA

En 1584, se volvió a alzar Melchor con el indio Pedro Rayado y los redujo volviendo a traer la paz; les proporcionó a su costa alimentos y vestuario y los asentó.

En 1586, segundo alzamiento de los indios en Saltillo dando muerte a Sagastiberri y robando muchos caballos. Venció a sus jefes Cilavan y Zapalinamé, los trajo a la paz y los asentó.

En marzo de 1587, firmó una paz ajustada con los indios de Mazapil, dándole libertad al indio esclavo Maztel o Cristóbal y buen trato en general.

En 1588, tercer alzamiento en Saltillo. Con maña los trajo a la paz y los asentó en pueblos y rancherías.

En 1589, cuarto levantamiento en Saltillo. Viendo que la paz no era duradera y que al no haber minas que defender en Saltillo resultaba muy caro enviar una gran partida de soldados, el virrey Velasco decidió poblarlo de tlaxcalas. Los tlaxcalas eran indios que ayudaron a los españoles en la conquista de Tenochtitlan, Ciudad de México. Por lo visto en las negociaciones con el jefe tlaxcala influyó mucho el padre navarro Gerónimo Mendieta.

PACIFICACIÓN DE INDIOS POR URDIÑOLA

El 14 de marzo de 1591, el virrey Luis Velasco refrendado por su secretario Martín López de Gauna ordenó al general Rodrigo del Río de Loza el asentamiento de los indios tlaxcalas en cinco poblados, teniendo que estar uno de ellos contiguo a Saltillo, dándoles mercedes y privilegios de conquistadores a los indios. Pero, el 11 de agosto, Rodrigo legó el asentamiento en Urdiñola por su rectitud, diligencia y habilidad demostradas, con el que partieron los 400 tlaxcalas con sus familias. Hay un listado de los indios comandados por Buenaventura de Paz, nieto de Xicotencatl del 6 de julio de 1591.

Urdiñola fue nombrado teniente gobernador y capitán general de toda Nueva Vizcaya y se ordenaba a todas las villas que se le obedeciese. La marcha debió de ser lenta pues llegaron el 2 de septiembre. Los indios de Saltillo los recibieron bien, cedieron parte de los manantiales y comenzó el reparto de las tierras más fértiles, quedando el pueblo fundado y así consolidada la precaria villa de Saltillo.

El 13 de septiembre, amojonó tierras para la iglesia y el convento y al sur de Saltillo asentó a los guachichiles y otras naciones que habían estado en guerra. El propio Urdiñola tomando de la mano a varios jefes indios les dio posesión de las tierras. Y a petición de los tlaxcaltecas que eran todos de San Esteban de Tizatlan lo bautizaron con el nombre de San Esteban de Tlaxcala, quedando dividido de Saltillo por una acequia y hoy en día por la calle Allende, convirtiéndose en ciudad al unirse a Saltillo el 5 de noviembre de 1827 y más tarde en capital.

Mientras cumplía sus deberes de gobernador no desaprovecho la oportunidad para aumentar sus extensas propiedades otorgándose mercedes que extendieron sus propiedades hacia el norte y hacia el sur de lo que ya poseía.

La fortuna principal de Urdiñola, la que pasaría a sus herederos, se formó de haciendas ganaderas y vinícolas que empezó a adquirir desde que fuera nombrado capitán de la tropa de Mazapil y que seguiría extendiendo hasta los últimos días de su vida. Desde el principio de la colonización de la Nueva Vizcaya se repartieron no solamente solares y caballerías a los fundadores de los pueblos, sino también extensiones mucho más amplias llamadas "estancias", en los valles cercanos donde había agua, lo que permitía dedicarlas a la agricultura y a la cría de ganado.

La estancia fue adquiriendo sus características y dimensiones, hasta convertirse en la unidad de explotación típica de la Nueva España Mientras tanto, en la ciudad de México, los virreyes hacían esfuerzo por reglamentar la distribución de la tierra.

Las leyes de 1567 y 1574 definieron la extensión de una "estancia" de ganado mayor en 1.755 hectáreas, la de ganado menor en 780 hectáreas, y la de una caballería en 430 hectáreas. Las estancias se otorgaron con derechos definitivos de propiedad privada y se vendieron, donaron o legaron sin otro requisito que el registro del cambio de propietario ante un escribano público.

FUNDACIÓN DE SALTILLO

Cuando Urdiñola llego a la región oriental de la nueva Vizcaya, las tierras para la fundación de las villas de Parras y Saltillo se habían repartido ya, y al ver aquellos bellos pastizales vírgenes donde pacía el ganado, y como defensor que era de la región, no tardó en solicitar "mercedes" de tierras.

El 16 de agosto de 1583, el teniente de gobernador Francisco de Ibarra le cedió a Urdiñola un sitio de ganado mayor, seis caballerías de tierra para siembra, dos solares para casas con sus suertes de huertas y un ejido de molino sobre el río de los palmitos-nogales ubicado entre la villa del Saltillo y la de Parras. Ese mismo año adquirió por compra a Juan Alonso otra estancia de ganado mayor, dos ejidos de molino y dos caballerías de tierra en la Ciénega de los Patos. Estas dos estancias fueron el núcleo alrededor del cual se formaría la hacienda principal del latifundio que se denominaría San Francisco de los Patos.

En 1587, ya Urdiñola era dueño de dos estancias más, una en Castañuela y otra en la Ciénega de San Juan. Y fue en ese mismo año que el tesorero de la Nueva Vizcaya, Juan de Ibarra, le acrecentó sus propiedades al cederle por donación, una merced que el mismo Ibarra había recibido días antes y que incluía las demasías de tierra que existieran desde Castañuela hasta San Juan, y las que hubieran también hasta la Ciénega de los Patos.

Pero Urdiñola deseaba tener terrenos en la región de Parras, y fue así que, entre 1589 y 1590, le fueron mercedados tres sitios más de ganado mayor y dieciséis caballerías de tierra entre castañuela y parras otorgadas por el general Alonso Díaz, entonces teniente del gobernador Rodrigo de Río de la Loza. En 1598, fecha de la segunda fundación de Parras, Urdiñola había extendido sus tierras en Parras hasta el manantial principal , que tuvo que compartir con el pueblo de indios de Parras, adjunto a su hacienda, y también con los jesuitas.

FRANCISCO DE URDIÑOLA EN NUEVA VIZCAYA

En 1591, recibió la comisión del virrey Luis de Velasco para trasladar 400 familias tlaxcaltecas hacia las poblaciones del norte de la Nueva España. Al Saltillo llegó con 71 familias y 16 indios solteros tlaxcaltecas el 2 de septiembre de ese año, y adjunto a dicha villa, fundó el 13 de Septiembre de 1591, el pueblo de San Esteban de la Nueva Tlaxcala, situado al poniente del Saltillo y separado de ésta por lo que hoy es la calle de Allende.

En 1594, fue acusado de haber asesinado a su esposa Leonor López de Lois y a un supuesto amante de nombre Domingo de Landaverde. Después de un proceso que duro cuatro años en que la inquisición y la audiencia de Guadalajara se disputaban la jurisdicción. Urdiñola fue absuelto de la muerte de su esposa, pero no de la de Landaverde, Ante lo cual, regreso a sus terrenos del norte con la idea de acrecentarlos aun mas, y para ello siguió adquiriendo tierras en las cercanías de saltillo, que habían sido anteriormente mercedadas a sus primeros pobladores.

Al año de conseguir la libertad, el que había sido su enemigo, Santiago de Vera, nuevo presidente de la Audiencia de Guadalajara, encomendaba a Urdiñola como gobernador por su rectitud, diligencia y por ser amado y seguido por numerosos amigos y soldados en escrito del 12 de abril de 1600 y en otro del 15 de diciembre.

El 28 de mayo de 1603, el virrey conde de Monterrey le nombró gobernador y capitán general de Nueva Vizcaya por sus buenas virtudes y por dejación de Rodrigo de Vivero, tomando posesión del puesto en la villa de Durango el 23 de junio de 1603 y continuando en el cargo hasta 1614.

El anterior gobernador Rodrigo de Vivero y el teniente gobernador Alonso Maldonado no consiguieron aplacar en 1601 una gran rebelión de indios de la provincia. Pero Urdiñola trasladándose a Topia apresó a los cabecillas en poco tiempo, y sin derramar sangre pacificó la provincia, les regaló tierras y levantaron poblados.

Después atravesó Sierra Madre y se dirigió a la provincia de Sinaloa. Y, el 31 de marzo de 1604, envió un informe general de Nueva Vizcaya a las Cortes. Elaboró un informe sobre las riquezas y malos empleos, denunciando a latifundistas que compraban minas, pero no las explotaban por no pagar los quintos reales. Hizo una relación de minas y aconsejó medidas y legislación para corregir estos fraudes. Informó sobre la pacificación que como consecuencia trajo el descubrimiento de las minas de San Luís Potosí y otras, y pidió más soldados para Sinaloa. En los documentos relacionados con Urdiñola que formarían varios volúmenes, encontramos actos de gobierno, creación de obispados, fundación de pueblos, nombramiento de jueces, censos…

VIRREINATO DE LA NUEVA ESPAÑA

En 1607, emprendió una expedición por haber sido muerto a flechazos fray Martín de Altamira, persiguiendo a los indios Quamoquanes hasta el río Sabinas. Ejecutando a los cabecillas consiguió la paz y trasladó los restos del padre a Saltillo. Como pago, el 8 de enero de 1610, el rey le hizo merced de 1500 pesos por decreto firmado en Madrid. A 30 leguas de Durango, provincia de Xocotilma, había una serranía abrupta donde vivían los xiximes, indios que asaltaban los caminos, mataban y se llevaban los muertos para comerlos. Entró en la serranía en 1610, construyendo caminos en sitios que parecía imposible abrirlos. Fue una campaña muy dura con muchas muertes y castigos de horcas, pero consiguió pacificarlos dándoles la libertad y congregándolos en cinco pueblos en partes muy cómodas. No se sabe cuando dejó el mandato, pero en 1615 ya era gobernador Gaspar de Albear.

Urdiñola otorgo testamento en su estancia de Santa Elena el 16 de julio de 1617. Al año siguiente el 4 de marzo de 1618, dicto un codicilio que por su extrema gravedad no llegó a firmar. Urdiñola debió haber fallecido poco tiempo después dejando como herederas universales a sus dos hijas María e Isabel Urdiñola de Lois.

El 27 de abril de 1619, el convento de Santo Domingo de la ciudad de México dono a los descendientes de Urdiñola, mediante una limosna de 4000 pesos, una capilla lateral de su iglesia de San Raymundo de Peñafort para depositar en ella los restos del capitán francisco de Urdiñola conquistador, gobernador, y capitán general de la Nueva Vizcaya.

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