26/01/2016

Bartolomé de Zuloaga


Tesorero de los Reyes Católicos y representante la reina Isabel en la Junta de Guipúzcoa de 1475 para recibir el juramento de fidelidad de la provincia

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BARTOLOMÉ DE ZULOAGA

Bartolomé de Zuloaga era natural de Rentería, Guipúzcoa. Fue una personalidad relevante de esta provincia a finales del siglo XV. Llegó a ser notario del Sacro Palacio nombrado por el Papa Pío II en 1462.

Sirvió al rey Enrique IV de Castilla, quien le otorgó diversas mercedes, como una renta anual de 3.000 maravedies por juro de heredad, situadas sobre el producto de alcabalas de Rentería. Este privilegio fue confirmado por los Reyes Católicos, en 1483, y por Juana de Castilla, en 1509.

En 1470, Enrique IV había reconocido solemnemente los Fueros guipuzcoanos, elogiando agradecido los grandes servicios de Guipúzcoa:
"su voluntad siempre había sido y era, acatando la gran lealtad y servicios tan señalados de la misma, el honrar la y guardar sus privilegios y libertades más principalmente que a otra alguna tierra de sus reinos, y así lo entendía hacer y guardar en adelante."

A la muerte del rey Enrique, fue enviado por Isabel la Católica en representación suya, junto con Antón de Baena, para asistir a la Junta Particular de la Hermandad de Guipúzcoa, reunida en Basarte el 2 de enero de 1475, con el objetivo de pedir a la Provincia juramento de fidelidad a la nueva reina, como así se hizo. En virtud de los poderes recibidos, Zuloaga y Baena asintieron a la petición y lo prometieron en nombre de la reina. Las cartas reales fueron leídas en las Juntas ante Domejón González de Andía:
"Podades prometer e prometades en mi nombre que yo guardaré e manda réguardar e confirmaré sus privilegios, buenos usos e costumbres, según que los tuvieron e tienen de los Señores Reyes de gloriosa memoria, mis progenitores."

A su vez, los junteros suplicaron a la reina y a sus comisionados que "los mantuviese e amparase en toda paz e justicia, e les mandase confirmar e aprobar sus privilegios e franquicias, libertades, exenciones, buenos usos e costumbres, su Hermandad, e el Cuaderno, ordenanzas, cartas e provisiones de ella".

Al día siguiente del pleito homenaje rendido por Guipúzcoa a Isabel, dieron en Azcoitia palabra de guardar los Fueros. Bartolomé de Zuloaga juró la guarda y confirmación de los privilegios, usos y costumbres de Guipúzcoa en nombre de la reina Isabel.

El escribano Domenjón González de Andía formalizó el acta:
"Nos los dichos Antón de Baena y Bartolomé de Zuloaga, por virtud de los poderes de la Reina nuestra señora a nosotros dados, decimos que loamos y aprobamos los dichos capítulos, e prometemos en nombre de Su Alteza, que guardará, cumplirá y confirmará lo susodicho, e en firmeza de ello firmamos aquí nuestros nombres. 
Fecho en Azcoitia a 15 de enero del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo de 1475 años. Antón de Baena, Bartolomé de Zuloaga"

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JUNTA PARTICULAR DE GUIPÚZCOA

Pero no conforme con la fiel palabra de la reina Isabel de Castilla, la Junta provincial exigió además el juramento de su rey consorte Fernando de Aragón. Este aprobó los fueros guipuzcoanos en cédula firmada en Valladolid el 3 de junio de 1476. Unos días más tarde firmaba otra cédula, grandemente elogiosa para Guipúzcoa:
"Mi intención no es de agravaros en cosa alguna, salvo guardaros en vuestra hidalguía y libertad como a mis buenos y leales fidalgos vasallos, e vos entiendo gratificar en gracias, mercedes e libertades sobre las que tenedes, porque de esa Provincia tengo más cargo que de las otras nin lugares de mi reinos según los servicios que me habéis fecho e los trabajos que habéis pasado por mis servicios."

Durante la Guerra de Sucesión al trono de Castilla entre Juana la Beltraneja e Isabel la Católica, se mantuvo partidario de la última. Por ello, el ejército francés, favorable a Juana, destruyó su casa y arruinó los manzanales de Rentería. En el marco político de este enfrentamiento, consiguió que la provincial de Guipúzcoa apoyase a Isabel I contra la pretendiente Juana y sus aliados portugués y francés.

En 1483, los Reyes Católicos nombraron tesorero real de descargos y embajador a Bartolomé de Zuloaga, continuo de la Real Casa. Gracias a ello recibió rentas de 3.000 maravedís sobre las ferrerías de Arratzubia, en Orio, y sobre las rentas del hierro de las ferrerías navarras de Anizlarrea, mineral que entraba y se cargaba en los puertos de San Sebastián, Fuenterrabía y Villanueva de Oiarso. Este privilegio fue confirmado por la reina Juana, hija de los Católicos, en 1509, desde Valladolid. Estas mercedes obedecían a servicios efectuados en favor de la Corte castellana.

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CORONACIÓN DE ISABEL I DE CASTILLA

Todavía, en 1484, Isabel y Fernando declararon que aprobaban y confirmaban los privilegios de Guipúzcoa de los reyes predecesores. Carlos V repetiría el gesto en 1521.

En esta evocación de lealtades correspondidas, se agiganta la figura del renteriano Zuloaga, único guipuzcoano que tuvo el honor de confirmar, en nombre y con poderes de Isabel de Castilla, los fueros de su tierra nativa.

En 1505, la reina Juana de Castilla concedió a Bartolomé de Zuloaga un privilegio de 16.000 maravedís de renta cada año, sobre los derechos del hierro que se labraba en ferrerías que traían sus productos a los puertos de esta provincial de Guipúzcoa.

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