08/03/2018

Bartolomé de Carranza y Miranda


Eclesiástico y teólogo del siglo XVI, que participó en el Concilio de Trento de 1546, en la Junta de Valladolid de 1550 sobre la "polémica de los naturales", y escribió Tratado sobre la virtud de la justicia.

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BARTOLOMÉ DE CARRANZA
Y SU ESCUDO DE ARMAS

Bartolomé de Carranza y Miranda nació en Miranda de Arga, Navarra, en 1503. Desde 1515, primero estudió latín en Alcalá de Henares, después artes. En 1520, ingresó en la Orden de Santo Domingo en el convento de Benalaque, donde completó los estudios de filosofía y teología. En 1525, ingresó en el colegio de San Gregorio de Valladolid, donde al terminar sus estudios comenzó su docencia en artes. Allí coincidió con Melchor Cano, erudito y rival en la ciencia y en las dignidades dentro y fuera de la Orden dominicana. La rivalidad entre estos dos teólogos se inició en un acto académico del curso 1532-1533, en la que ambos ya dejaron marcadas de forma irreductible sus posiciones.

En 1533, fue nombrado maestro de estudiantes y catedrático de vísperas de teología, a la vez que realiza funciones de censor o calificador en el Santo Oficio de la Inquisición.

En 1536, se le adjudica la cátedra de prima de teología, mientras que Melchor Cano entra a ocupar la de Vísperas. Solicita la magistratura en Teología Sagrada por el capítulo provincial de Benavente de 1537, que le fue concedida en Roma en el capítulo general de 1539, acto al que asistieron varios cardenales y el embajador de Carlos V.

En 1539, ya de vuelta a España, el capítulo provincial de la Orden celebrado en Valladolid le otorga el cargo de examinador de los predicadores y confesores de la provincia dominicana de España, al mismo tiempo que Melchor Cano. En esta época se distinguió por sus sermones y explicaciones de la Summa Theologiae de Santo Tomás y de la Sagrada Escritura en el colegio de San Gregorio, a las que asistían los que serían grandes maestros del futuro: Juan de la Peña, Juan de Villagarcía y Pedro de Sotomayor.

En 1540, publicó Tratado sobre la virtud de la justicia.

En 1545, Carlos V le escribió desde Bruselas con la orden de participar en el Concilio Ecuménico de Trento, y lo hace de forma muy activa, ya que sus intervenciones fueron muy alabadas tanto por los Padres conciliares como por los cronistas de la asamblea: sobre el canon de la Sagrada Escritura, el 20 de febrero de 1546; el sermón del primer domingo de cuaresma ante los Padres del concilio, el 14 de marzo de 1546; los discursos sobre la justificación, el 14 de julio, el 27 de septiembre y el 18 de octubre de 1546; la intervención sobre los sacramentos en general, el 21 de enero de 1547; el voto sobre el sacramento de la Eucaristía, el 3 de febrero de 1547.

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CASA NATAL Y ESCUDO DE BARTOLOMÉ DE CARRANZA

Fue elegido prior de Palencia en 1548 y actúa como definidor en el capítulo provincial de Ávila de ese mismo año. En el capítulo de Segovia del 2 de febrero de 1550, fue elegido prior provincial de la provincia dominicana de España. Entre los años de 1548-1550 es propuesto para confesor del príncipe (el futuro rey Felipe II) y para obispo de los obispados del Cuzco y de Canarias, dignidades que no acepta.

Entre 1550 y 1551, estuvo presente en la Junta de Valladolid, que intentaba resolver la polémica de los naturales o de los justos títulos entre Juan Ginés de Sepúlveda y Bartolomé de las Casas.

A finales de 1551, se reincorporó a las sesiones del Concilio por orden del emperador, interviniendo en el aula sobre el tema de la Misa y sobre el sacramento del Orden.

En 1553, fue regente supernumerario del Colegio de San Gregorio de Valladolid. Por orden del rey Felipe II, en 1554, embarcó en La Coruña para Inglaterra. Fue nombrado vicario por el maestro de la Orden de Predicadores, con el objetivo de restaurar a los dominicos en Inglaterra, aun cuando la verdadera intención de su misión fuera restaurar el Catolicismo en Inglaterra. Fue confesor de la segunda esposa de Felipe II, María Tudor. Allí trabajó como legado pontificio o nuncio de su Santidad el Cardenal Pole, siendo el brazo derecho de éste en la difícil tarea de la contrarreforma, que cristalizó en el sínodo de Londres de 1555. Los resultados prácticos de estos esfuerzos fueron realmente pocos, debido a la pronta muerte de la reina y del cardenal Pole en 1558.

En esa época redactó su famoso Comentarios sobre el catecismo romano, que será la causa de su declive posterior, imprimiéndolo en Amberes en 1558.

Como premio a su trabajo, Felipe II lo propuso como arzobispo de Toledo, sede primada del Imperio español. A pesar de su resistencia, fue ordenado de obispo en 1558 en el Convento de Santo Domingo de Bruselas.

Por encargo del monarca, ejerció la función de Consejero del Imperio en Flandes, cuando ya el emperador Carlos V se había retirado enfermo a Yuste. Se distinguió en esa época por sus profundos comentarios a la Biblia y a la Suma Teológica de Santo Tomás.

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BARTOLOMÉ DE CARRANZA
Y SU ESCUDO DE ARMAS

De vuelta a España, Felipe II le ordenó asistir al Consejo de Estado en Valladolid y tratar con su padre Carlos I en Yuste los temas secretos que le había confiado, justo a tiempo antes de asistir a su muerte. En 1558, ejerció en Toledo como obispo, donde sorprende por su modo de ejercer la caridad.

En esos momentos la Inquisición se ocupaba en las audiencias de los reos del foco luteranizante castellano descubierto en el mes de abril de 1558, donde el nombre de Carranza se decía que fue frecuentemente invocado. El inquisidor general, Fernando de Valdés, prepara el proceso de arresto en 1559, es engañado y obligado a abandonar la corte, siendo apresado la noche 23 de agosto en Torrelaguna y conducido a la cárcel de la Inquisición en Valladolid, donde da comienzo su proceso.

Fue su proceso largo, complejo y notorio, tanto por la calidad del acusado como por las circunstancias en que se desarrolló. Se le juzga primero en España (1559-1567). Carranza recusa al Inquisidor General; así, el acusado pasa a ser acusador del juez que le debía juzgar. Los árbitros del conflicto dieron por buena la recusación y nombraron un nuevo juez para Carranza. Su abogado, Martín de Azpilicueta y los testimonios de prestigiosas personas impedieron que sus enemigos y los fiscales lograsen que el juez dictase sentencia de culpabilidad.

Posteriormente, el proceso fue llevado a Roma por exigencia del papa Pío V. Carranza partió de España el 27 de abril de 1567, yendo a parar a la cárcel del Castillo de Sant Angelo. El mismo papa asistió a docenas de sesiones del proceso, dictando sentencia a favor de Carranza. Pero como la diplomacia exigía que antes se comunicara la decisión al rey de España, envió a un embajador con ese encargo, quien se retrasó en la vuelta a Roma y no le dio tiempo a llegar antes de la muerte de Pío V en mayo de 1572.

En 1576, Gregorio XIII sentenció en su contra, declarándole gravemente sospechoso de herejía y exigiéndole una abjuración "ad cautelam" de dieciséis de sus proposiciones, a pesar de que la obra fuera declarada ortodoxa por el Concilio de Trento en 1563.

La última parte de su defensa fue llevada a cabo también por Martín de Azpilicueta, quien fue enviado a Roma por Felipe II precisamente para hacerse cargo de la misma. Gracias a su brillante defensa, Carranza fue finalmente absuelto, poco antes de morir en el Convento de Santa María Minerva de Roma, donde es enterrado.

Gregorio XIII, como reparación por su confusa sentencia, redactó el epitafio que se puso sobre su tumba:
"Bartolomé Carranza, navarro, dominico, Arzobispo de Toledo, Primado de las Españas, varón ilustre por su linaje, por su vida, por su doctrina, por su predicación y por sus limosnas; de ánimo modesto en los acontecimientos prósperos y ecuánime en los adversos."
En 1993, sus restos fueron exhumados y trasladados a la catedral de Toledo.

BARTOLOMÉ DE CARRANZA

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